El cementerio está llenito de valientes, me decían, pues yo no he visto cobardes subidos a ningún podium, les contesté.
Y por cobarde cada uno puede interpretar lo que le plazca, yo interpreto que un cobarde no es el que tiene miedo, sino quien no se enfrenta a él. Porque miedos tenemos todos. Y por consecuente, si alguien no conquista sus propios miedos, tampoco se conquista a sí mismo.
Los valientes del cementerio, al menos lo intentaron. Y los valientes del podium lo han conseguido. Los cobardes mientras tanto aplaudían logros ajenos que se habían negado a intentar.
Entonces les dije: vosotros qué queréis en vuestra vida, ¿aplaudir o que os aplaudan?.
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