Y con la libertad entre las manos, me di cuenta de que no quería otra cosa. Que no hay nada más bonito que no dejar de moverse, ni de volar. Nada mejor que sobrepasar todos los límites y no tener ninguno. Porque eso es lo que pasa cuando vuelas, que no hay ninguna barrera más arriba del cielo, y que sólo quieres eso, seguir volando y dejarte llevar. Que el viento sea quien guíe el camino y tú quien lo haga. ¿Acaso no es eso la libertad? ¿Dejarse llevar? Hacer lo que uno quiera, cómo y cuando quiera, de cualquier manera posible... Y eso hago, vuelo, me dejo llevar... Soy natural, salvaje y libre. Soy todo eso que junto tiene un sabor especial. Y me encanta probar sabores, y me encanta el sabor a gloria que tiene la libertad.
domingo, 13 de abril de 2014
Sabor a libertad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario