jueves, 17 de abril de 2014

Desconexi-ón.

"Buscando mi destino, viviendo en diferido sin ser, ni oír, ni dar. 
Y a cobro revertido quisiera hablar contigo, y así sintonizar...


Para contarte que quisiera ser un perro y olisquearte, 
vivir como animal que no se altera tumbado al sol lamiéndose la breva,
sin la necesidad de preguntarse si vengativos dioses nos condenarán..."


...sonaba de fondo mientras la bañera echaba humo; y mis piernas a punto de derretirse en el agua.


domingo, 13 de abril de 2014

Sabor a libertad.

Y con la libertad entre las manos, me di cuenta de que no quería otra cosa. Que no hay nada más bonito que no dejar de moverse, ni de volar. Nada mejor que sobrepasar todos los límites y no tener ninguno. Porque eso es lo que pasa cuando vuelas, que no hay ninguna barrera más arriba del cielo, y que sólo quieres eso, seguir volando y dejarte llevar. Que el viento sea quien guíe el camino y tú quien lo haga. ¿Acaso no es eso la libertad? ¿Dejarse llevar? Hacer lo que uno quiera, cómo y cuando quiera, de cualquier manera posible... Y eso hago, vuelo, me dejo llevar... Soy natural, salvaje y libre. Soy todo eso que junto tiene un sabor especial. Y me encanta probar sabores, y me encanta el sabor a gloria que tiene la libertad.

El Sol entre mis manos.

El cementerio está llenito de valientes, me decían, pues yo no he visto cobardes subidos a ningún podium, les contesté.  
Y por cobarde cada uno puede interpretar lo que le plazca, yo interpreto que un cobarde no es el que tiene miedo, sino quien no se enfrenta a él. Porque miedos tenemos todos. Y por consecuente, si alguien no conquista sus propios miedos, tampoco se conquista a sí mismo.  
Los valientes del cementerio, al menos lo intentaron. Y los valientes del podium lo han conseguido. Los cobardes mientras tanto aplaudían logros ajenos que se habían negado a intentar. 
Entonces les dije: vosotros qué queréis en vuestra vida, ¿aplaudir o que os aplaudan?.

Hace tiempo, cuando no veía luz y sólo estaba la Luna, dije que algún día el Sol volvería a estar entre mis manos, y rieron... A día de hoy, todavía resuena en mis oídos el sonido de los aplausos.