jueves, 21 de febrero de 2013

Dejar de huir y echar la llave.

Huir de las soluciones es casi casi tan peligroso como dejarse la puerta de casa abierta. De algún modo es algo que dejas en libre acceso al mundo, de manera que quien quiera podrá hacer de ti todo cuanto quiera. Al fin y al cabo estás indefenso, y por mucho que tengas las llaves, podrán quitarte la cerradura si quieren. Cualquier altibajo sin resolver es como una puerta entornada, no indica que no se pueda salir, pero tampoco que no se pueda entrar.
Para estar protegidos hay que cerrar las puertas y asegurarnos de echar la llave cuando salimos. Ya sabes, que si dejas la puerta abierta, siempre tendrás algo que perder. Algo casi casi tan valioso como cualquier cosa importante de tu vida, que viene a ser lo mismo a las pertenencias que tenemos en casa, cada una en su lugar y haciendo su función, pero todas juntas dando sentido a nuestra vida. Y nuestra vida es eso que tenemos delante y debemos proteger. Enfrentándonos a las adversidades, resolviendo el día a día y cerrando la puerta siempre que salgamos de casa. Pero nunca jamás dejando alguna abierta.

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